9 de mayo de 2008

El Dios de los vacíos

Antes del marcado paso del "mito al logos", provocado por el surgimiento de las primeras reflexiones de la filosofía natural en la Grecia Clásica, las explicaciones del entorno, y de lo que acontecía en él, eran de tipo mítico o divino. A los sucesos naturales se les daba un cariz sobrenatural. Se trataba de una búsqueda de sentido a todo aquello que ocurría. Ese sentido, puesto que quizá no se consideraba viable o no se conocía una adecuada explicación natural, fue encontrado en lo sobrenatural, en el "vacío" de una explicación natural.

El argumento, dicho de una manera simple, consistiría en afirmar la existencia de Dios, considerando los "vacíos" explicativos que no se logran exponer convincentemente desde una explicación natural. Siendo que hay cosas a las que no se logra dar explicación desde la razón, será que la explicación no puede ser de tal manera. Y por tanto, cabe que sea una explicación teológica.

Contemporáneamente se ha renovado este argumento respecto a la ciencia, particularmente en el ámbito de la biología, a raíz de la consolidación de la teoría de la evolución. Se pone en juego aduciendo que si no se han dado todavía explicación a ciertos asuntos, es porque, tal explicación, está bajo dominio divino.

Así, por parte de quienes mantienen este argumento, se confía en que cada vacío de conocimiento de la naturaleza que se tiene se mantenga siempre inexplicable, pues entonces se podrá suponer como muestra de la existencia de un ámbito divino.

No obstante, por la otra parte una de las respuestas que se ha alegado es que son precisamente estos vacíos los que animan la continuidad de la actividad científica. Cabe remitirse a la Historia para observar ejemplos de cómo lo que antes podría haber sido considerado un incognoscente hueco perpetuo de la divinidad, ha sido abarcado por la explicación racional científica. De tal manera que es posible que en un futuro lo que hoy es todavía desconocido sea entendido.

Sólo resta esperar a que, o bien llegue ese momento en que se proclame que la ciencia racional ha logrado explicarlo todo, o bien a que se agote el tiempo -si es que esto fuera concebible- y constatar si han quedado velos sin descorrer, esto es, vacíos de lo desconocido. Podría pensarse que una solución intermedia sería la demostración de inexplicabilidad de un vacío, pero ¿cómo se puede hacer demostración convincente de algo
que resulta incognoscible? Luego no queda más que una de las dos soluciones anteriores. En el Tiempo esta la sentencia.

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